Todos buscan una salida.
Pero la realidad es que el laberinto es mucho más que eso. Son las grietas que se forman en sus muros, y el polvo que se levanta al avanzar por su caminos. Es la incertidumbre que inunda la mente al cruzar la entrada y la ilusión al ver la luz del día al otro lado de la puerta final. El laberinto son las vidas de aquéllos que lo recorren. Pasan a formar parte de él del mismo modo que lo hacen la humedad y las hiedras y el silencio, y jamás lo abandonan.
Recuerda que, en el momento en el que te adentras en su interior y aunque nunca encuentres la salida, tu historia queda escrita para siempre en sus paredes.