Estoy hablando de ti. Cuando hablo de lo vacía que está esta ciudad
me refiero al hueco que se me ha quedado dentro al vivir entre espera y
espera. Cuando hablo de la lluvia en realidad hablo de tus ojos y cuando
comento algo del sol estoy hablando de tu risa. Cuando digo que me
gustan los solos de guitarra estoy echando de menos tus manos y cuando
cuento cosas de frío es el mensaje cifrado de lo mucho que añoro tu
cuerpo en mi cama y el calor que emites, como si no hubiera n
ada
más que pudiera parar el invierno que crecía en mis entrañas. Tengo
versos que escribir sobre el oro pensando en lo mucho que te gusta la
cerveza y canciones en los oídos que llevan tu voz impresa. Y hay
amaneceres que me saben aún a las veces que hemos caminado de vuelta a
casa hablando de cualquier cuento sucio que nos ofreciera la ciudad de
turno, la estación equivocada.
Tengo la sensación de que me quedo sin metáforas al describirte y que
me sobran, por primera vez, recursos dramáticos sobre la niebla y sobre
el paso del tiempo y cómo los niños perdidos nos convertimos en piratas,
no sin amasar algunas cicatrices.
Estoy hablando de ti. Todo el rato.
Y creo que me escuchas.
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