lunes, 19 de octubre de 2020

¿Por qué escribes?

Y bueno cuentame, tú por qué escribes. 

Y la pregunta se queda en el aire, tan simple e inocente como nació; y te quedas sin poder dar una respuesta.

Susurras algo por lo bajo mientras intentas que las neuronas realicen conexiones torpes y lentas, y le das otra vuelta.

Que por qué escribes, dice.

Y entonces empiezas a intentar atar cabos que no están ni cerca, intentando mantener por un lado una conversación que sigue en esa línea, sigues mascullando explicaciones torpes y no especialmente verídicas; y tu mente se va en la dirección opuesta.

Comienza por el niño de siete años que se sintió victorioso con algo que había escrito. Por el viento y la luna de aquella historia.

Por el (todavía) niño de catorce, que sentía que tenía el mundo a sus pies y que ya era lo bastante adulto; que no comprendía por qué todo el mundo lloraba con aquella historia que él consideraba insuficiente.

Por el adolescente que cargaba algo con lo que escribir a todas partes. Por el mismo adolescente que empezó a dudar y a caer.

Por el intento de hombre que lo intentó cada día mientras le quedaron fuerzas.

Y de repente, la historia llega al presente; oscilándose. Y las piezas del puzzle empiezan a encajar. Las dudas, la inseguridad, el miedo. El "no voy a ser lo bastante bueno", las palabras que se borraron para no volver a aparecer. Las hojas en blanco durante horas, las lágrimas. La ansiedad. Los personajes, las historias. Los tiempos, los lugares. Las entradas del blog. Las horas que pasaste escribiendo el último verano mientras veías caer el sol ante tu ventana. Las libretas, las letras entintadas. Las palabras que te transportan a otro sitio. Las letras que nunca acabaste, pero que tampoco borraste. Los personajes que siguen vivos, de los que recuerdas talla y altura, color de ojos y comida favorita. El día que escribiste hasta que la ansiedad desapareció. La paz. La calma. La sensación de que sobre un papel todo parece menos grave.

Y también sientes que nace algo más de donde creías que ya no quedaba nada. Al fin y al cabo, algunos de los lugares más hermosos del mundo son eso; ruinas.

Sientes que surgen como espíritus que alimentan algo que siempre agoniza, pero que jamás desaparecen.

Hace mucho que te has bajado de ese viaje, hace mucho que has llegado a casa, que te has puesto el pijama, que has vaciado la bolsa y pensado en todo lo que tienes que hacer al día siguiente. Has hablado con mamá, has preparado la cena, has puesto la calefacción porque el invierno ha llegado y con él; el frío. Ya no puedes darle la respuesta a la persona que te la pidió, al menos no por hoy. Pero por una vez, por primera vez en mucho tiempo; puedes dártela a ti mismo.

Que por qué escribes, dice.

Porque eres feliz haciéndolo.

Porque estás más vivo cuando lo haces.



martes, 13 de octubre de 2020

Sobre mi

Tienes que recordarme cada día algo tan importante como que no cantamos las mismas canciones. Tienes que recordarme, por favor, que eres un fármaco demasiado peligroso porque tengo tendencia a las adicciones y a los orgasmos con sentido, los que están justificados por la vida y a lo mejor por el amor, incluso. Tienes que recordarme lo que me pasa cuando no tengo lo que quiero, que me convierto en un perro lastimado o en una hiena de risa histérica y ni yo mismo sé cual de las dos cosas es peor. Tienes que recordarme que nos unen poco más que seis cervezas y demasiadas batallas, ¿comprendes? Como si fuera verdad que me encuentro en tus ojos en cada madrugada y que abren la puerta a los siete infiernos. Tienes que decirme que no estoy sangrando, que no soy una fuente terrible de daños y de cicatrices y de sinsentidos. Tienes que hacerme saber que el mundo sigue siendo el constante conflicto y que a mi no me gana nadie a estrategias de guerra. Que tampoco nadie sueña mejor que yo con los campos de plumas. 

lunes, 12 de octubre de 2020

Sobre ti

Tengo la imperiosa necesidad de escribirte. No para ti, ni sobre ti, sino a ti misma. Trazar, con palabras, un cuerpo que no es como cualquiera y unas manos que atraviesan océanos hacia Ítaca. A lo mejor es porque no sé hacer otra cosa. A lo mejor llevo demasiado tiempo debiéndome a mundos que no existen y a personas que no sabían nada de mí, de mi historia. Aquellas chicas malas que no eran capaces de leer lo que hay en mis ojos. Tú si puedes. Tú tarareas un "culpable" con una sonrisa de lado y nada importa ya, porque entiendes lo que nunca digo. Por eso nunca digo lo que quiero que de verdad comprendas.

Te escribiré a ti, y pensaré en tus ojos, en tu pelo, en la forma de tu espalda, en cómo ladeabas la cabeza. Tu rostro estará borroso, pero sonreiré igualmente.


Es mejor asi

Nunca imaginé que te diría adiós de esta manera

Una vez me partieron el alma en siete trozos y lo hicieron tan bien que ni siquiera me di cuenta de que habían logrado convertirme en nada. No hubo ni siquiera un golpe, ni una mala palabra. No hubo en aquella terrible guerra nada más que silencio y ausencia que acabó por convertirme en eso mismo; en un vacío que iba de un lado a otro, en un corazón que latía por inercia. 

Una sombra hueca con el alma desganada, eso era, arrastrando una carcasa. La prisión en la que se había convertido mi cuerpo no la reconocía como mía, las manos no me respondían. Amé a alguien con todo y me devolvieron nada y esas oleadas de indiferencia me arrastraron mar a dentro. Yo quería ser barco sin darme cuenta de que incluso los navíos requieren un hogar en el que ir curando las cicatrices que deja la tormenta. 

Me estoy reconstruyendo. Desde los cimientos, además. Piedra a piedra, palmo a palmo, llenando de flores mi carne e intentando hacerme fuerte tras sobrevivir a esa tormenta, la peor de todos los tiempos. Con mimo, con esmero, con la fe de quien lo ha perdido todo y no puede ir más abajo. 

A veces hay derrumbamientos. A veces todo tiembla y debo bajar varios pisos y edificar de nuevo todo lo que se ha derrumbado con un soplido; no soy fuerte, aún puede tumbarme una ráfaga desafortunada. Lo siento, a mi también me gustaría poder ir más aprisa y encender cuanto antes la luz. Ser, finalmente, una estrella completa ayudando a otros barcos a encontrar la casa que les espera. 

Nunca imaginé que el adiós vendría de esta manera. Esperaba para ti cosas mejores, pero lo cierto es que no es suficiente. No tengo nada que reprocharte; has sido buena conmigo. Agradezco todos y cada uno de esos buenos momentos y de esas risas y sé en todo momento que la destrucción en la que estoy envuelto no ha sido culpa tuya; fue otra la que me partió en dos y tú has hecho mucho bueno por mis vigas y por mis amarres, eso tampoco voy a olvidarlo. Pero lo cierto es que no comprendes la nada a la que te enfrentas cada vez que me miras a los ojos y yo no puedo hacerte sentir lo que necesito que sientas, ni decir lo que necesito que digas; "ya eres todo lo maravillosa que puedes llegar a ser". 

No te quiero, pero pude haberte querido y por eso esto es triste. No te quiero, pero me habría gustado que el adiós me hubiera encontrado menos de improviso. Porque esta tarde he decidido no esperar nada más y es doloroso, pero carajo. Podría haberme costado la vida. 

Gracias por todo. 

sábado, 10 de octubre de 2020

Me da igual el como

No es el cómo, sino el cuando. El cómo dejó de importar hace mucho. Hace más horas de las debidas que el silencio araña los muros de mi mismo; soy un faro que se tambalea. Hablo pero mi voz no suena; no veo la manera. Te has tatuado en mis entrañas con tinta y con sangre y no habrá manera de borrarte. El veneno corriendo por mis venas, yo preguntándome cómo conseguí ser tan estúpido, cómo me esforcé por ponerme un collar que llevaba tu nombre. El demonio que guardo dentro busca el cielo y no lo alcanza.
No me importa el cómo: ya me he dado por vencido. Ya sé lo que es sufrir tu mirada y ya sé lo que es encontrarse una y otra vez con una pesadilla del rojo intenso, la caída de las pestañas. Me tienes como me quieres: mal, tarde, atropellado, consumiéndome en los rincones de mi mismo. Me convertiré en tierra quemada una vez te marches e incluso cuando no estés tu aliento seguirá acariciándome. No hay forma de escapar.
No importa el cómo. Cuando se propaga el incendio no importa de donde viene el agua que lo ahoga. Rezas por la lluvia, rezas por la tierra, rezas por el rojo, por la ola. No habrá más mañana ni habrá más espera, ni más estrategia: cuando estás al borde de la muerte solo importa el tiempo.
Me da igual cómo lo haga: me da igual cómo me escape, cómo me blinde, cómo me saque los ojos para no verte, cómo vuelva ácida mi piel para que no me toques.
Ya no importa el cómo; hace mucho que no lo hace.
Ya solo espero un cuándo desesperado.
Pero no sé si llegará a tiempo.

Se anulan

Ella iba sola, ya iba honda, de lo sola, mar era. Mal o soledad no había; y así, rara rosa, con él obra. Nueva ave, un árbol en ocaso, rara ...